Pages - Menu

Volviendo a entrenar










Al igual que hace ya 4
años, vuelvo a empezar a entrenar partiendo desde 0, con la salvedad de que
ahora cuento con la experiencia de la vez anterior. Como vivo en una ciudad
nueva, Rio de Janeiro, con unas condiciones climáticas muy distintas a los otros
países en los que he corrido anteriormente, todavía me tengo que adaptar a
algunas cosas, como el mejor horario para salir y las temperaturas, entre
otras.






He empezado a correr
alrededor del estadio de Engenhão. No
conozco las distancias ni tengo ningún pulsómetro, por lo que mi único
referente es el cronómetro. Las dos primeras semanas que he salido a correr he
acabado destrozado corriendo apenas media hora y necesitando varios días para
recuperarme, lo cual es más que normal, me sobran varios kilos y tengo que
desarrollar más musculatura. Ayer conseguí correr 40 minutos a buen ritmo, y
además, a 35 grados, casi sufro un desmayo cuando caminaba de vuelta a casa. Pero
hoy ya me siento completamente recuperado.


Voy a comenzar con 2 días
de carrera suave, unos 25 minutos o media hora, y cada sábado una tirada más
larga que intentaré ir aumentando 5 o 10 minutos cada semana partiendo desde 40
y con el objetivo de llegar a una hora. El resto lo irá marcando la posibilidad
de ir participando en diferentes carreras, la motivación, mi estado físico…







Renaciendo (II)








Tras el susto del ataque
de pánico que os conté en la última entrada, he retomado los entrenamientos. Ya
me encuentro mucho mejor y estoy tomando una medicación que me ha hecho
recuperar la confianza. Así que, al ataque. 






Como os prometí, en esta
entrada os voy a revelar cuáles son esos objetivos que me han llevado a pasar
de haber caído, una vez más, en el sedentarismo, a recuperar la motivación a
niveles máximos.






La suerte de haberme mudado a una ciudad tan
grande y exótica como Rio de Janeiro
en la que he descubierto que hay muchas carreras por lugares muy diferentes: de
montaña, de playa, de carretera…, y muchas modalidades, me hizo plantearme
volver a tener el nivel suficiente para participar en una media maratón y,
sobre todo, participar en la Corrida da
Ponte
, que es una carrera que pasa por el puente de Rio-Niteroi, el más largo de Latinoamérica y el séptimo del mundo
(llegó a ser el segundo), 13 km de puente sobre el mar, que une las ciudades de
Rio de Janeiro y Niteroi, y que es, además, un puente con mucha historia, construido
en los años 70.    






El placer de hacer una
carrera en un puente tan largo en el que se corre sobre el mar, es una sensación que
estoy deseando experimentar. Para inscribirse hace falta demostrar haber
participado anteriormente en una media maratón y haberla terminado.
Lamentablemente, este año ha sido cancelada. 






No estoy seguro de si hay una cada
año o cada dos, pero sí tengo claro que voy a estar preparándome y compitiendo
con esfuerzo hasta que llegue el día en que pueda realizarla, y será un momento
que recordaré el resto de mi vida. 



Una piedra en el camino








Como os comentaba en la
entrada anterior, estoy empezando a entrenar con mucha energía para ponerme en
forma lo antes posible y poder competir, pero una vez más me he vuelto a
encontrar con una piedra en el camino. 






Hace una semana, iba
caminando por la calle hacia un centro comercial.  Salí de casa paseando tranquilamente, horas
antes había salido a correr, pero me sentía con mucha energía. A medida que iba
caminando comencé a sentirme más y más cansado, al cabo de un rato, mi cuerpo parecía
exhausto. “Tomaré algo de comer cuando llegue al centro comercial”, pensé. Pero
llegó un punto en el que estaba demasiado alejado de casa como para volver y
muy lejos aún del lugar al que quería llegar. Padecía una sensación muy extraña,
como si el lugar al que tenía que llegar estuviese cada vez más lejos. Comencé
a ponerme muy nervioso y, de repente, me di cuenta de que mi corazón latía muy
rápido, mi brazos temblaban y estaba completamente mareado y sin reflejos.
Intenté correr en dirección hacia algún bar para tomar algo que me ayudase a
recuperarme, pero no iba a llegar, no podía más, me iba a caer al suelo. Por
suerte, vi a dos chicos que estaban trabajando en un taller, me acerqué y
sujetándome a la puerta comencé a pedir ayuda. El primero de ellos se me acercó
y se le puso cara de pánico al ver la palidez de mi rostro. Fue corriendo a
traerme algo de agua mientras su compañero venía a ver qué me pasaba. Me puse
en cuclillas, estaba a punto de perder el conocimiento. Por suerte, el otro
volvió rápidamente, me dio el agua y conseguí recuperarme hasta que pude coger
un taxi y volver a casa.






Había sido un ataque de
pánico. No era la primera vez que padecía uno. El primero fue en el trabajo,
hace 6 meses, pero desde que lo dejé (por recomendación del médico) no había
vuelto a tener ninguno de esa intensidad y jamás me había ocurrido estando solo
y en la calle.


Esta semana ha sido una
pesadilla. Evidentemente no he podido salir a correr. Me daba dolor de cabeza
solo de pensar que tendría que salir a la calle. Me daba miedo salir, coger el
autobús, cualquier cosa. Parecía que estaba perdiendo el control, todo se tornó
paranoico, estaba aterrado ante la posibilidad de quedarme solo y sufrir otro
ataque. 






Durante la semana he ido
enfrentándome a este miedo poco a poco, hasta percibir cierta mejoría. Hoy, al
fin, he podido visitar al médico y me ha puesto una medicación. Ahora solo
queda ver cómo voy a reaccionar con ella y de qué modo me va a afectar como
corredor. Tengo miedo de que me deje excesivamente relajado o, incluso,
adormilado. De todos modos, sea como sea, me tengo que recuperar lo antes
posible para seguir con los objetivos que me había propuesto y que aún no os he
contado.





Renaciendo (I)








Está vez seguro que habíais
dado mi blog por muerto. Pues no es así. Yo siempre digo, que siempre vuelvo, y
aquí estoy. ¿Que dónde he estado? Pues en muchos lugares. Os cuento. 







Como
escribí en mi última entrada, viví en Toulouse, ciudad en la que estuve unos
siete meses, si mal no recuerdo, y en la que continué entrenando pese a que
desgraciadamente no encontré ninguna carrera en la que participar.
Posteriormente me mudé a Nantes, ciudad en la que residí durante un año y
medio. Una vez allí seguí corriendo, aunque el trabajo no me permitía
participar en carreras, puesto que estas son los domingos y yo tenía que
trabajar. Esto unido al frío hizo que cada vez saliese a correr con menos
frecuencia y recorriendo distancias más cortas. 






Mi motivación iba decayendo
como mi estado de forma, de modo que opté por apuntarme al gimnasio para ver si
así me animaba un poco más. En el gimnasio todo iba bien, pero hacía más pesas
que cardio. Tras unos seis o siete
meses, comencé a sentir ciertas molestias en la parte izquierda del pecho que
no desaparecían. Dejé el gimnasio, fui al médico y tras realizarme un
electrocardiograma y una prueba de esfuerzo, no me detectaron ninguna anomalía.
Según el cardiólogo, tal vez se tratase solo de una cuestión de estrés que se
reflejaba en esa parte del cuerpo.  






Volví a correr por la
calle, y me di cuenta de que mi resistencia se había reducido como consecuencia
de haber estado dedicado a hacer pesas. Apenas podía correr más de media hora,
sentía mi cuerpo pesado y no encontraba motivación para llegar a más. Así que
me mantuve a ese nivel durante mucho tiempo. Correr ya solo era una forma de
despejarme, estaba muy lejos del nivel necesario para hacer al menos 10 km. 






Pasado
un tiempo, decidí volver a España. Allí, en mi pueblo, Archidona, salía por el
campo para correr, pero seguía sin poder, me cansaba muy rápido y acababa
caminando. Así pasaron unos tres meses. Solo caminando, aunque mucho, y comiendo
muchísimo, sobre todo carne, y engordando. De modo que dejé de correr por
completo, cogí mucho sobrepeso y hasta mi ácido úrico se puso por encima de lo
normal. Dos años antes me estaba preparando para una maratón y ahora estaba
gordo.  






Hace poco más de dos
meses, me mudé a Rio de Janeiro. Seguía teniendo en mente que quería recuperar
la forma y volver a participar en carreras, pero la verdad, no tenía fuerzas
para el comienzo. No sabía qué hacer, no encontraba una razón. Me planteé
empezar a ponerme en forma poco a poco en algún gimnasio, pero no acababa de
decidirme, hasta que, de repente, encontré un objetivo. Y como por arte de
magia, he recuperado la motivación de golpe, me vuelvo a sentir lleno de
energía, vuelvo a sentir que seré capaz de recuperar el estado de forma que
necesito para correr largas distancias y me vuelvo a encontrar con muchas ganas
de enfrentarme a nuevos retos.



Problemas con el francés



El francés es una de esas lenguas que por ser de origen latino pensamos que podemos llegar a dominar con mucha facilidad y muy rápidamente, pero cuando comenzamos a estudiar y vamos a vivir a un país francófono, descubrimos que no es tan fácil. No tiene tanta similitud con el español como el portugués o el italiano, aunque sí contiene muchas palabras y una gramática similares, lo cual es de gran ayuda. 

A continua ción voy a tratar de enumerar  aquello que considero de mayor dificultar durante su aprendizaje. 

El uso de los pronombres y y en, puesto que en español no existen. Son pronombres invariables. Explicado grosso modo (por cierto, expresión latina muy utilizada por los franceses) podemos decir que y se utiliza para referirse a algo (normalmente un lugar) de lo que se ha hablado antes y suele ir con verbos que van seguidos de la preposición à. Mientras que en, suele sustituir a complementos que expresan cantidad (y de los que también se ha hablado anteriormente) y, en muchos casos, van introducidos por el partitivo de.

La gran cantidad de letras mudas hace realmente complicada la escritura y la pronunciación. Sí, hay reglas, pero también muchas excepciones. Los franceses, fieles a su forma de pensar, hacen cuantas excepciones sean necesarias para que la lengua suene mejor. Y lo que es más difícil, muchas palabras que se escriben de forma distinta por una cuestión gramatical, después en la lengua oral, se pronuncian de la misma manera.

La pronunciación de algunas de sus vocales, como su u, que es una mezcla entre nuestra u y nuestra i, o su e, que es una mezcla entre nuestra e y nuestra o. Aprender a reproducir sus sonidos y acostumbrarnos a utilizarlas de forma natural requiere de mucha práctica. También existen tres sonidos vocálicos nasales que son una especie de a, e y o pronunciadas de forma muy nasal y nada fáciles de discernir entre sí.

Las conjugaciones verbales, al igual que en español. Para dominar los verbos en francés hace falta estudiar mucho. Existen una gran cantidad de irregularidades que debemos aprender si queremos llegar a hablar la lengua con propiedad.


   *Si te gustó esta entrada, también podría interesarte:
    Anglicismos y confusiones entre lenguas latinas 
    Expresar prohibición en francés 
    Palabras internacionales
   
   

El portugués y sus curiosidades



Son muchos los que bromean con que hablar portugués no cuenta como haber aprendido un idioma nuevo. Otros creen que por saber decir unas cuantas palabras y entender un poco, saben hablarlo, cuando en un país lusófono estarían considerados hablantes de portuñol como mucho. También es frecuente encontrar casos en los que alguien hablando en español se entiende con alguien hablando en portugués. Pero estaríamos refiriéndonos a personas con algún conocimiento de la otra lengua. 

No se puede negar que entre el español y el portugués existe un grado de similitud muy elevado, sobre todo, en la gramática. Pero la realidad es que para hablar portugués correctamente hace falta estudiar mucho y vivir en un país de habla portuguesa una temporada. Como con el italiano, el catalán o el francés.  

¿Qué significa el verbo ficar?


aprender portugués, curso de portugués, ficar, verbo ficar, aprender portugués online, curso de portugués online, hablar portugués, gramática portugués, vocabulario portugués, verbos portugués
El verbo ficar es uno de los que más se utilizan en portugués. Su principal dificultad para el hispanohablante está en que es fácil confundirlo con el verbo estar, y aunque a veces se pueden intercambiar, tiene otro sentido. Veámoslo: 


Ficar tiene varios significados, pero su uso más habitual es: permanecer, quedarse en algún lugar. 

Eu fiquei com eles a tarde toda.
Estuve/permanecí con ellos toda la tarde.