Como muchos habréis percibido, este blog, es decir, yo como runner, está de altos y bajos, no solamente por los distintos lugares en los que he ido viviendo sino, además, en distintos momentos, aun viviendo en el mismo lugar. Recientemente he pasado uno de esos baches. Esos momentos en los que no encuentras mucho tiempo para entrenar y cuando tienes tiempo sales y no encuentras fuerzas. Son situaciones que generan mucho pesimismo, cuando estamos mal pensamos que vamos a estar así mucho tiempo y cuando estamos bien pensamos que vamos a estar así mucho tiempo.
Me daba cuenta de que no conseguía entrenar bien por lo que era mejor olvidar cualquier tipo de nuevo reto. Y los retos son el motor.
Finalmente, se acercó el final del año, llegaron algunos días festivos, comencé a tener fuerzas, empecé a plantearme cómo sería el próximo año, y de la noche a la mañana conseguí salir a entrenar con una fuerza descomunal. Estoy en uno de esos momentos en los que parece que te sobra energía y que nada te podrá parar. Por suerte, la voz de la experiencia me dice que más allá de lo que siento, es un estado temporal que se invertirá y volverá y se invertirá y volverá...
El kid de la cuestión es que estoy aprovechando y mucho este momento. Tal vez en exceso. Por ello lo del sobreentrenamiento.
Hasta hace poco corría entre 50 minutos y 1 hora los sábados y un día o dos (normalmente uno) entre 30 y 40 minutos durante la semana. Ahora salgo a correr cada dos o tres días y siempre una hora. Mi obsesión por bajar de los 50 minutos en 10k y volver a hacer una media maratón en un tiempo razonable me llevan a aprovechar estos días al máximo. Pero creo que estoy forzando demasiado. Ayer volví a correr 1 hora, incluso algo más. Acabé destrozado. Cuando llegué a casa tenía muchas cosas que hacer y estaba de un pésimo humor. Hoy por la mañana me he levantado igual.
Desde hace unos años, cuando entreno más de la cuenta, me pongo de mal humor porque me falta energía para las otras cosas que tengo que hacer y correr se convierte más en una obligación que en algo placentero. Es el precio que tengo que pagar por no tener todo el año para mantener la constancia que me gustaría.
Quería salir a correr mañana. ¿Pero voy a salir a correr para volver destrozado (sin haberme recuperado completamente del último entrenamiento) para estar malhumorado el último día del año? Y si no entreno, ¿cómo voy a llegar al nivel que me hace falta para febrero o marzo?
Y ese es el gran dilema en el que me debato llegadas estas fechas y estoy seguro de que no soy el único.
No es la primera vez que siento síntomas por sobreentrenamiento. A diferencia de hace unos años, además de manifestarse de otra manera, veía en el running una forma de entretenimiento. Ahora también, pero creo que pesa más el sentirse en forma y saber que puedo continuar alcanzando ciertas cotas. Las personas que rondamos los 34 años, todavía podemos correr a un nivel aceptable, aunque nuestro cuerpo sea muy diferente a hace diez años, pero a la hora de recuperarse de grandes esfuerzos es cuando se sienten esos años y esos kilos de más. Por suerte, con motivación todo es posible.
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4 grandes lecciones de mi última 10k
Mi última 10k ha supuesto un auténtico punto de inflexión en cuanto a mis aspiraciones. He pulverizado mis tiempos anteriores y me han quedado claras una serie de lecciones que antes no tenía tan claras, veámoslas:
El entrenamiento tiene que ser constante. Hasta ahora no lo había estado haciendo de la forma correcta. Tenía momentos en los que paraba de entrenar y cuando se acercaba la carrera volvía, haciéndolos cada vez más intensos a medida que se acercaba la hora de participar. Acabo de descubrir que es un gran error, el cuerpo no tiene tiempo de adaptarse al nuevo ritmo de entrenamiento y aunque sepas que vas a llegar a la meta, te costará más y terminarás más cansado. Haber mantenido un ritmo de dos días por semana (uno de ellos de más intensidad) todas las semanas sin haber fallado ninguna ha sido vital.
La motivación puede ser engañosa. Esta está relacionada con la anterior. La motivación es muy necesaria, pero la voluntad no puede superar la falta de entrenamiento. Como he comentado antes, muchas veces, solo entrenamos bien 3 o 4 semanas antes de la carrera y por mucha motivación que tengamos el cuerpo no dará para mucho. En mi última carrera estaba poco motivado, había estado centrado en otras cosas, pero había entrenado de forma adecuada y terminé haciendo mi mejor 10k.
La importancia de correr distancias mayores. Psicológicamente me ayudó muchísimo que mi anterior prueba fuese una media maratón. Cuando comencé a correr tenía la impresión de que 10 kilómentros eran muy pocos. Conclusión, es bueno intentar pruebas de mayor distancia aunque solo sea por probar, no hace falta ir a conseguir un gran tiempo. Será una nueva y gratificante experiencia y las pruebas de menos kilómetros parecerán más fáciles.
Es vital recurrir a buenos profesionales. Desde que volví a correr le he pedido varios consejos a mi médico de cabecera y tuve que ir a ver a un doctor especializado en problemas de rodilla y, recientemente, una nutricionista. Todos me han sido de gran ayuda. Superé mis problemas de rodilla y he conseguido cambiar mis hábitos alimenticios y bajar mi peso (aunque esté escribiendo esto mientras me como una pizza). También es bueno leer artículos en revistas especializadas, pero nada mejor que visitar a un profesional.
El entrenamiento tiene que ser constante. Hasta ahora no lo había estado haciendo de la forma correcta. Tenía momentos en los que paraba de entrenar y cuando se acercaba la carrera volvía, haciéndolos cada vez más intensos a medida que se acercaba la hora de participar. Acabo de descubrir que es un gran error, el cuerpo no tiene tiempo de adaptarse al nuevo ritmo de entrenamiento y aunque sepas que vas a llegar a la meta, te costará más y terminarás más cansado. Haber mantenido un ritmo de dos días por semana (uno de ellos de más intensidad) todas las semanas sin haber fallado ninguna ha sido vital.
La motivación puede ser engañosa. Esta está relacionada con la anterior. La motivación es muy necesaria, pero la voluntad no puede superar la falta de entrenamiento. Como he comentado antes, muchas veces, solo entrenamos bien 3 o 4 semanas antes de la carrera y por mucha motivación que tengamos el cuerpo no dará para mucho. En mi última carrera estaba poco motivado, había estado centrado en otras cosas, pero había entrenado de forma adecuada y terminé haciendo mi mejor 10k.
La importancia de correr distancias mayores. Psicológicamente me ayudó muchísimo que mi anterior prueba fuese una media maratón. Cuando comencé a correr tenía la impresión de que 10 kilómentros eran muy pocos. Conclusión, es bueno intentar pruebas de mayor distancia aunque solo sea por probar, no hace falta ir a conseguir un gran tiempo. Será una nueva y gratificante experiencia y las pruebas de menos kilómetros parecerán más fáciles.
Es vital recurrir a buenos profesionales. Desde que volví a correr le he pedido varios consejos a mi médico de cabecera y tuve que ir a ver a un doctor especializado en problemas de rodilla y, recientemente, una nutricionista. Todos me han sido de gran ayuda. Superé mis problemas de rodilla y he conseguido cambiar mis hábitos alimenticios y bajar mi peso (aunque esté escribiendo esto mientras me como una pizza). También es bueno leer artículos en revistas especializadas, pero nada mejor que visitar a un profesional.
Un millón de retos pendientes
Hace poco no encontraba la suficiente cantidad de retos en el running como para alcanzar un nivel de motivación que me llevase definitivamente a entrenar hasta conseguir un buen estado de forma y ser constante. Desde hace unas semanas, momento a partir del cual me propuse volver a participar en una media maratón, no solo he encontrado la motivación para entrenar con más intensidad y escribir en este blog con más asiduidad, sino que, me he dado cuando de la innumerable cantidad de retos que me quedan por superar, es más, no me quedan muchos, me quedan todos.
Hasta hace poco pensaba que no iba a ser capaz de bajar mi mejor marca en 21km (1:49), me sentía incapaz de entrenar suficiente para conseguirlo. Ahora, aunque no sé si lo haré, lo veo más factible. Del mismo modo, tengo que superar mi marca en 10km, será fácil, y en 16km, esta requerirá un poco más de entrenamiento. Y además de estos, que son los que siempre había tenido en mente, he encontrado muchos más entre los que destacan:
1) Correr 8km y 5km. Antes solo pensaba en correr distancias cada vez mayores, las carreras de 8km o 5km me parecían una pérdida de tiempo porque era una distancia que sabía iba a terminar sin problemas. Ahora lo veo de otro modo, cada distancia es diferente y quiero ver en cuál soy capaz de alcanzar un rendimiento mejor. Ser bueno en una distancia no implica serlo en otra.
2) Participar en un trail running. Es algo sobre lo que estoy leyendo mucho últimamente. No sé dónde se realizan ese tipo de pruebas cerca de casa ni sé exactamente cómo son, pero quiero participar en alguna y ver qué se siente. Seguro que me va a gustar.
3) Conseguir un buen estado de forma y sentirme competitivo. Este es uno de los retos que más me motivan. Empecé a pensarlo hace algunos meses. Ya no me basta con preparar una carrera y terminarla, quiero mantener un buen estado de forma durante mucho tiempo y demostrarme que pese a no ser tan joven, puedo alcanzar un buen nivel.
4) Descubrir nuevos lugares. Es el atractivo de cada nueva carrera en la que uno participa. A correr le veo cierto aspecto turístico, te hace ir a sitios que no conocías e incluso viajar.
5) Participar en una carrera nocturna. Reconozco que no soy para nada un night owl, soy un early bird de pura cepa, de tipo centroeuropeo (de los que se van a la cama lo antes posible), pero esta modalidad parece estar muy de moda y quiero ver cómo reacciona mi cuerpo corriendo en un horario diferente. Por suerte, voy a experimentarlo dentro de poco.
Hasta hace poco pensaba que no iba a ser capaz de bajar mi mejor marca en 21km (1:49), me sentía incapaz de entrenar suficiente para conseguirlo. Ahora, aunque no sé si lo haré, lo veo más factible. Del mismo modo, tengo que superar mi marca en 10km, será fácil, y en 16km, esta requerirá un poco más de entrenamiento. Y además de estos, que son los que siempre había tenido en mente, he encontrado muchos más entre los que destacan:
1) Correr 8km y 5km. Antes solo pensaba en correr distancias cada vez mayores, las carreras de 8km o 5km me parecían una pérdida de tiempo porque era una distancia que sabía iba a terminar sin problemas. Ahora lo veo de otro modo, cada distancia es diferente y quiero ver en cuál soy capaz de alcanzar un rendimiento mejor. Ser bueno en una distancia no implica serlo en otra.
2) Participar en un trail running. Es algo sobre lo que estoy leyendo mucho últimamente. No sé dónde se realizan ese tipo de pruebas cerca de casa ni sé exactamente cómo son, pero quiero participar en alguna y ver qué se siente. Seguro que me va a gustar.
3) Conseguir un buen estado de forma y sentirme competitivo. Este es uno de los retos que más me motivan. Empecé a pensarlo hace algunos meses. Ya no me basta con preparar una carrera y terminarla, quiero mantener un buen estado de forma durante mucho tiempo y demostrarme que pese a no ser tan joven, puedo alcanzar un buen nivel.
4) Descubrir nuevos lugares. Es el atractivo de cada nueva carrera en la que uno participa. A correr le veo cierto aspecto turístico, te hace ir a sitios que no conocías e incluso viajar.
5) Participar en una carrera nocturna. Reconozco que no soy para nada un night owl, soy un early bird de pura cepa, de tipo centroeuropeo (de los que se van a la cama lo antes posible), pero esta modalidad parece estar muy de moda y quiero ver cómo reacciona mi cuerpo corriendo en un horario diferente. Por suerte, voy a experimentarlo dentro de poco.
Running y ataques de pánico
Son bastantes los
comentarios que he leído en foros acerca de corredores que padecen ataques de
pánico, también llamados ataques de ansiedad, y seguro que también son muchos
los que dejaron de correr porque empezaron a padecerlos.
Como no he encontrado
muchos artículos dedicados al tema, me he propuesto escribir uno basado en lo
que estoy leyendo y la experiencia personal que estoy viviendo con ello.
La mayoría comentan lo mismo
que me está ocurriendo a mí. De repente, ya sea corriendo o caminando, un día comienzas a padecer algo que nunca te había ocurrido antes pese a
que desarrollas esa actividad durante mucho tiempo. Los síntomas que todos
padecemos son parecidos: molestias en la parte izquierda del pecho, corazón
acelerado, ansiedad, respiración entrecortada y en algunos casos, mareos y
hasta desmayos. Muchos vamos al médico, este nos envía al cardiólogo
y no nos detectan nada, el problema es psicológico.
En mi caso, todo empezó
hace más de 6 meses cuando comencé a padecer ataques de pánico en el trabajo
que tenía por entonces. Tras dejarlo, por estos problemas y recomendación del
doctor, me tomé un tiempo de descanso en el que mejoré bastante, pero noté que
ante ciertas situaciones de estrés me mareaba, y con mi posterior mudanza a Rio
de Janeiro, una ciudad nueva, con un clima muy cálido, menos seguridad en las
calles que en Europa y un sinfín de diferencias, la ansiedad se apoderó de mí,
hasta el punto de que un día iba caminando por la calle y tuve un ataque de
pánico que casi me llevó a perder el conocimiento. Tengo que
dar las gracias a dos chicos que me ayudaron en aquel momento, el cual me
afectó bastante psicológicamente, llevándome a tener miedo hasta de salir a la
calle y que, posteriormente, ha afectado a mis hábitos de correr (y mi vida
cotidiana), como ya comenté en entradas anteriores. Por suerte, ya estoy
comenzando a superarlo gracias a la medicación y a los consejos de una psicóloga.
El miedo a los ataques de
pánico a la hora de correr me lleva a salir de forma más reservada, pero al
mismo tiempo, me está enseñando a prestar más atención a la reacción de mi
cuerpo y llegar a entenderlo mejor. Para mejorar hay que forzar, pero hasta
forzándose hay que ser moderado. Al principio era horrible, salía a correr con mucha
intensidad, quedaba exhausto y me sentía sin fuerzas para volver a casa corriendo, entonces sentía pánico y no sabía cómo reaccionar, mi casa parecía
estar en un lugar muy lejano, imposible de alcanzar. Sentía una mezcla de cansancio, calor y miedo que no sabía si interpretar como algo normal o si estaba empezando a
padecer algún ataque, lo pasaba realmente mal, mi corazón se aceleraba y me
mareaba. Era algo infernal.
Personalmente, me niego a hacer lo que comentan otros corredores,
aunque les entiendo, me refiero a salir a correr llevando un ansiolítico en el
bolsillo. Esto puede aportar seguridad, pero no estoy dispuesto a volverme
dependiente de la medicación. Lo que siempre hago es salir con una botella de
agua con azúcar y un poco de sal, porque los ataques de pánico suelen consumir
todo el azúcar disponible y eso es lo que produce los mareos (y si se llega al
extremo, los desmayos), el azúcar ayuda a relajarse y, al mismo tiempo, llevo una barrita de cereales en el bolsillo.
En alguna ocasión he
llegado a parar cerca de algún bar, sentarme, tomar alguna bebida azucarada,
comer algo rápido y relajarme hasta sentirme capaz de volver caminando. Esto me ha ayudado a ganar mucha seguridad y darme cuenta de que los ataques de pánico llegan de forma inesperada y, del
mismo modo, desaparecen de forma inesperada cuando nos relajamos y nos damos
cuenta de que no hay ninguna amenaza real para desesperarse y perder el control.
Por suerte, cada vez me encuentro
con más recursos para lidiar con este problema, lo cual ayuda a que cada vez
los síntomas sean menores y me vuelva a sentir casi tan cómodo como antes
cuando salgo a entrenar.
En resumidas cuentas, si
algún consejo puedo dar a quienes estén padeciendo el mismo problema en estos
momentos, es enfrentarse a él, encontrar sus propios recursos lógicos
para entender lo irreal de ese pánico y descubrir su propia manera de recuperar
la seguridad y, por supuesto, tratar con profesionales que nos darán las claves
para saber de qué manera plantearnos la situación. La adrenalina es una
sustancia vital para reaccionar ante situaciones de peligro, pero debemos hacerle
entender a esta, que cuando no hay peligro, debe permanecer calmada.
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