Mi última 10k ha supuesto un auténtico punto de inflexión en cuanto a mis aspiraciones. He pulverizado mis tiempos anteriores y me han quedado claras una serie de lecciones que antes no tenía tan claras, veámoslas:
El entrenamiento tiene que ser constante. Hasta ahora no lo había estado haciendo de la forma correcta. Tenía momentos en los que paraba de entrenar y cuando se acercaba la carrera volvía, haciéndolos cada vez más intensos a medida que se acercaba la hora de participar. Acabo de descubrir que es un gran error, el cuerpo no tiene tiempo de adaptarse al nuevo ritmo de entrenamiento y aunque sepas que vas a llegar a la meta, te costará más y terminarás más cansado. Haber mantenido un ritmo de dos días por semana (uno de ellos de más intensidad) todas las semanas sin haber fallado ninguna ha sido vital.
La motivación puede ser engañosa. Esta está relacionada con la anterior. La motivación es muy necesaria, pero la voluntad no puede superar la falta de entrenamiento. Como he comentado antes, muchas veces, solo entrenamos bien 3 o 4 semanas antes de la carrera y por mucha motivación que tengamos el cuerpo no dará para mucho. En mi última carrera estaba poco motivado, había estado centrado en otras cosas, pero había entrenado de forma adecuada y terminé haciendo mi mejor 10k.
La importancia de correr distancias mayores. Psicológicamente me ayudó muchísimo que mi anterior prueba fuese una media maratón. Cuando comencé a correr tenía la impresión de que 10 kilómentros eran muy pocos. Conclusión, es bueno intentar pruebas de mayor distancia aunque solo sea por probar, no hace falta ir a conseguir un gran tiempo. Será una nueva y gratificante experiencia y las pruebas de menos kilómetros parecerán más fáciles.
Es vital recurrir a buenos profesionales. Desde que volví a correr le he pedido varios consejos a mi médico de cabecera y tuve que ir a ver a un doctor especializado en problemas de rodilla y, recientemente, una nutricionista. Todos me han sido de gran ayuda. Superé mis problemas de rodilla y he conseguido cambiar mis hábitos alimenticios y bajar mi peso (aunque esté escribiendo esto mientras me como una pizza). También es bueno leer artículos en revistas especializadas, pero nada mejor que visitar a un profesional.
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