Hace unos días estaba
leyendo un artículo acerca de los últimos anglicismos
aceptados por el DRAE, muchos de ellos como extranjerismos crudos. Aunque no sé
qué es peor, la verdad, si los extranjerismos crudos o las adaptaciones que se
vienen haciendo de algunos de ellos. Pero voy a hablar más allá de lo que la
RAE, autoridad necesaria e imprescindible, considere correcto, recomendable o
haya aceptado ya o no, porque estamos en época de grandes avatares
lingüísticos. No voy a pretender decirle a nadie cómo tiene que hablar, yo creo
en la libertad individual y entiendo que cada persona tenga su propia idea de
la lengua y sus gustos a la hora de usar el vocabulario que considere oportuno.
Pero voy a dejar claro cuál es mi punto de vista.
La primera vez que
escuché la frase: “Inglaterra y los EE.UU. son dos países separados por la
misma lengua”, pensé que era una tontería, y seguí pensándolo durante mucho
tiempo. Ahora, cada día estoy más convencido de que George Bernard Shaw se quedó corto (y lo más curioso es que era
irlandés), porque no solo hay diferencias ortográficas importantes, sino que
existe una concepción distinta de la lengua. En español, en plena lucha por la
cohesión lingüística (con el portugués está ocurriendo igual y es una lengua
mucho menos cohesionada), estamos cayendo en el (casi) todo vale (véase la
palabra ceviche o cebiche o seviche o sebiche, es imposible cometer una falta
de ortografía), para más inri, vivimos siendo bombardeados, o mejor dicho,
dejándonos bombardear continuamente por una innumerable cantidad de vocablos
anglosajones. Esto se parece cada día más a Sodoma y Gomorra, o dicho de otro
modo, nos parecemos cada día más a la lengua inglesa, una lengua en la que en
muchas cuestiones es casi imposible averiguar qué es correcto y qué no.
La invasión de anglicismos que
padecemos es, en muchos casos inevitable, en muchos otros, más que evitable. El
predominio de la cultura anglosajona, la asimilación de su idioma como la lengua
internacional y el cada vez mayor número de personas que la aprenden, hacen de
este un fenómeno imparable.
Personalmente, entiendo
como aceptables todos aquellos anglicismos
que entran en nuestra lengua para designar conceptos que antes no teníamos, porque
se haya inventado o descubierto algo nuevo y no tengamos mecanismos dentro de
nuestra propia lengua para crear la palabra y, por lo tanto, tengamos que
recurrir a un préstamo. Pero son muy llamativas el montón de palabras que
aparecen de forma innecesaria, muchas veces, introducidas por medios de comunicación
o personalidades de gran influencia, que contribuyen a que sepamos más inglés y
menos español.
En el campo de la
tecnología, las finanzas o la gastronomía, contamos con una cantidad ingente de
anglicismos innecesarios. Pero lo
peor, no es que sean palabras tomadas de otro idioma teniéndolas en el propio,
es que son palabras técnicas que incluso si se conoce la lengua inglesa, se
pueden desconocer fácilmente. Recuerdo hace unos años leyendo artículos de
economía en español, que encontraba palabras como bail out (rescate
financiero) y commodities (materias primas o mercancías), no las había oído en
mi vida, términos muy de moda actualmente. No solo se estaban utilizando
palabras con un equivalente en español, sino que se estaba dificultando que el
lector pudiera entender el mensaje.
No puedo entender el uso masivo de
algunos que no sirven de nada. Claros ejemplos son resort y offshore,
como muy bien explica Fundéu BBVA en
dos de sus artículos, resort puede
ser sustituido por “complejo hotelero, complejo turístico o centro vacacional”
y offshore por “con ventajas
fiscales” o “inscrito en un paraíso fiscal”.
El nombre de las
profesiones como office manager o account manager me parece horrible,
aunque hasta yo las utilice a veces. Ya solo falta que a los friegaplatos los
llamemos kitchen porters y a los
taxistas taxi drivers.
En el campo de la
gastronomía (profesión a la que me dediqué durante bastantes años) son también muchos
los vocablos que no paran de llegar, no solo del inglés, sino de cualquier otra
lengua. La cocina fusión parece ser que va asociada al vocabulario fusión. Creo
que palabras como muffin o cheesecake pueden ser aceptables para
referirse a ese tipo de magdalena y de tarta de queso hechas al estilo norteamericano,
pero me parece un error llamar muffin
a cualquier magdalena o cheesecake a
cualquier tarta de queso, cuando la tarta de queso mediterránea de toda la
vida, hasta hace dos días, se llamaba tarta de queso y es muy diferente al cheesecake. Antes (algunos) éramos
amantes de la gastronomía, ahora somos foodies (palabra que no me gusta y
es mucho más fea que amante de la gastronomía). Un pastel, era algo dulce,
ahora, no se sabe.
Contra otros anglicismos es imposible luchar. Yo soy
de los que aprendió y usó las palabras sándwich, marketing (que paradójicamente
se ha de escribir sin tilde) o córner mucho antes de conocer los
términos emparedado, mercadotecnia o saque de esquina, por lo que, para mí, y
supongo que para toda mi generación, dejar de usar palabras que llevamos
utilizando toda la vida es algo más complicado. Otro caso similar, es el de las
palabras que en inglés son mucho más fáciles de decir, como email.
El lenguaje tiende a la abreviación y a la relajación articulatoria, por lo que
es mucho más fácil que decir correo electrónico. Hasta los franceses parecen
tener problemas con esto. Pese a que recomiendan decir currier électronique, mél
se impone poco a poco.
Un par de ejemplos de los anglicismos que sí considero necesarios son running y coach. Running, porque creo que describe mejor que
cualquier palabra que tenemos en español el fenómeno de masas de los corredores
populares que acontece actualmente, cierto es, que llamarse runner
en lugar de corredor o corredor popular me parece menos correcto. Coach, otro buen ejemplo, pero no en el sentido de entrenador, sino como persona que
da soporte psicológico a otra con el fin de ayudarla en su desarrollo personal o profesional.
Dependiendo de las
opciones que tomemos, el español seguirá un rumbo u otro. La lengua es parte de
la identidad de un pueblo. Una lengua llena de extranjerismos crudos u horribles
adaptaciones, muestra una lengua empobrecida que acabará por dañar la identidad
que representa.
*Si te gustó este artículo, también podría interesarte:
Palabras internacionales
¿Cuándo se utilizan mayúsculas en inglés?
*Si te gustó este artículo, también podría interesarte:
Palabras internacionales
¿Cuándo se utilizan mayúsculas en inglés?
En el artículo digo que hay anglicismos que ya hemos asumido, otros que son inevitables y otros que considero necesarios. Pero también me parece que en muchos casos hay un exceso que no aporta nada. No hablo de que haya que luchar contra todos o de que no haya que aceptar ninguno nuevo.
ResponderEliminarVala... ¿¿¿???
ResponderEliminar