El gimnasio engancha
Es muy común oír a las personas a las que les gusta ir al gimnasio decir que es algo que engancha. Muchos comienzan sin saber por qué y después aseguran que no pueden parar. A mí no me gustaba el gimnasio. Lo detestaba. Se dice que a quien le gusta correr, no les gustan las pesas y al revés. Creo que es cierto.
Mi idea del gimnasio era que es un lugar al que se va a levantar pesas para ganar músculos. La primera vez que me apunté fue con 23 años. Solo duré 5 meses. Lo hice por probar, sin una gran motivación. Tener grandes músculos nunca ha sido algo que me interese. Muchos años después lo volví a intentar y el resultado fue el mismo, estuve unos 4 o 5 meses. Iba forzado, no me resultaba entretenido o placentero.
El año pasado, por culpa de esa lesión en el pie que me ha impedido seguir haciendo running hasta ahora, comencé a plantearme seriamente volver a intentarlo en el gimnasio, pero sabía que el resultado no iba a ser positivo. En vistas de que mi lesión no se recuperaba, había perdido el estado de forma y mi espalda no se mantenía muy bien, me planteé el gimnasio como algo diferente. Pensé en el gimnasio como un lugar en el que no hacía falta levantar tantas pesas. Podía hacer estiramientos para mi problema en el pie y mi espalda y algo de pesas para quemar calorías. Me ayudaría a recuperar la forma y quitarme un poco de estrés de encima.
Como no quería fallar, me busqué el mejor gimnasio de la zona y tras 3 meses, el resultado es espectacular. Me ha llevado varias semanas coger el ritmo, pero ahora voy siempre que puedo, y los estiramientos que me han enseñado están siendo clave para recuperarme de mi fascitis plantar.
Ya pertenezco al club de los que pueden asegurar que el gimnasio engancha de verdad, solo hay que abordarlo desde el punto de vista necesario y prestar atención a nuestras necesidades y los beneficios que nos aporta.
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