El vampiro en la mitología eslava se conoce como "upiór" o "upier" en polaco, "vampir" en serbio y "vrykolakas" en griego. La figura del vampiro en la mitología eslava se originó en Europa del Este y se ha mantenido en la cultura popular hasta el día de hoy.
En la mitología eslava, los vampiros son retratados como seres siniestros que habitan en el mundo de los muertos y que regresan a la vida para atormentar a los vivos. Se cree que los vampiros pueden ser creados por una maldición, por comer la carne de una oveja que ha sido atacada por un lobo o por ser enterrado sin la debida protección. Los vampiros también se asocian con los muertos sin descanso, que no pueden encontrar la paz después de la muerte.
Según la mitología eslava, los vampiros tienen habilidades sobrenaturales, como la capacidad de cambiar de forma, de volar, de controlar a los animales y de controlar el clima. Se cree que los vampiros pueden ser repelidos por ciertos objetos o sustancias, como el ajo, la sal, la plata y la luz solar. Los vampiros también se representan a menudo como seres seductores, que pueden enamorar a sus víctimas y tomar su sangre mientras duermen.
La figura del vampiro en la mitología eslava ha influido en la representación de los vampiros en la cultura popular en todo el mundo, y ha sido objeto de numerosas reinterpretaciones en el cine, la literatura y la televisión.
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